Caso Jerez: «Creo que van a salir a luz cuestiones que no sabemos»

Declaró el abogado Javier Aversa, que fue citado al juicio como testigo. «Creo que va a ser un caso muy jugoso, porque van a haber varias cuestiones que nos vamos a enterar y todavía no estamos sabiendo. Van a salir a la luz ahí», comentó.

Este viernes, 1º de marzo, comienza el juicio oral y público, sobre la desaparición de Dario Jerez y la acusación de personas reconocidas de haber encubierto lo ocurrido. También se sospecha de un posible crimen.

Asimismo, el abogado sostuvo que lo difícil va a ser el juicio debido a que hay que saber que se está encubriendo, cómo y qué sabe la gente que está acusada de la desaparición de Dario Jerez.

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Después de 11 años de lucha, van a testificar más de 400 personas entre ellos los imputados: Jorge Eduardo Grande, Gerardo Cristian Ibarra y Daniel Claudio López,  ex funcionarios de la administración radical de Guillermo Magadán, Carlos Subirol, Alejandro Gustavo Muñoz, Patricia Graciela Sanabria y Leandro Gastón Alzugaray.

La defensa está a cargo de la Dra. Marta Sponda y de los fiscales: Diego Bensi / Diego Torres y los jueces intervinientes son: Jorge Alberto Tamagno; Analía Graciela Ávalos y Juan Carlos Colombo.

La esposa de Jerez, Viviana Zubiaurre, fue por entonces quien en un principio, en el 2001, no sabía qué dirección tomar para poder encontrar a Darío y luego de un año y medio de espera a que la justicia investigara y le diera una respuesta, un día se decidió y salió a la calle portando un pasacalle que rezaba “¿Dónde está Darío? “Queremos Justicia” y sus familiares, amigos e hijos la acompañaron hasta hoy en la búsqueda por saber qué pasó con su esposo y  papá de los 3 hijos.

El 25 de febrero de 2001

Comenzó como un día común y corriente para la familia de Rubén Darío Jerez. La mañana de trabajo fue normal para este corredor de la firma de comestibles Arcor, de entonces 49 años, que también realizaba cobranzas para la financiera Comprar SRL, con amplia presencia en el Partido de La Costa. Hasta las 11.30, Jerez recorrió comercios y tomó pedidos de sus clientes habituales. A esa hora, estacionó de contramano su Ford Fiesta gris en la tranquila diagonal 23, entre calle 3 y calle 4, en Santa Teresita. En la esquina conversó con un hombre. Y a partir de allí, su rastro se perdió como si se lo hubiera tragado la tierra. El Fiesta quedó allí, con los vidrios abiertos, las llaves puestas y un suéter en su interior, que el calor del primaveral mediodía había hecho estéril.

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